Cita de Hoy

"El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones" Winston Churchill


"Lo que hemos hecho por nosotros mismos solamente se muere con nosotros; lo que hemos hecho por otros y el mundo permanece y es inmortal". Albert Pike

martes, 1 de noviembre de 2011

Un Juego de Niños


Fue un 3 de marzo del año 2005, recuerdo que como todas las noches llegaba del trabajo a mi casa a descansar, como todos los días, mi jornada laboral había sido agobiante y regrese exhausto. Para no variar, la hora de llegada a mi lugar de descanso fue a las 21:45 y como siempre o en la mayoría de las ocasiones me dispuse a preparar mi cena consistente en algunas quesadillas y agua con sabor a limón, que no es precisamente natural.

Pocas veces repare en la estructura general de la casa, pues tenia poco tiempo viviendo allí, pero era pequeña en general, pero con espacio suficiente para ser habitada cómodamente por una familia pequeña, así que para mí era perfecta, constaba de dos plantas, en la planta baja estaba la sala, donde pasaba la mayor parte de mi tiempo libre leyendo o escuchando música, la pequeña cocina, el comedor, un baño minúsculo pero funcional y una recámara que utilizaba como vestidor y cuarto de almacenaje el cual nunca arregle derivado de la desidia de ver tantas cosas amontonadas, alguna vez algún amigo le llamo “La Dimensión Desconocida” por aquello de que nunca se sabe que podría pasar allí dentro. La planta alta únicamente tenía una recámara la cual me servía para ver la televisión y dormir.

Cene tranquilo y como todas las noches encendí el radio para escuchar el programa “La Mano Peluda” que se transmite de 22:00 a 24:00 hras. Un programa de historias de miedo supuestamente verídicas que el auditorio cuenta a través de sus llamadas telefónicas. Hacia un año que lo escuchaba, pero nunca por una cuestión esotérica o de creencias paranormales de mi parte, sino por que me entretiene en mi espera por conciliar el sueño esperado, pero como en muchas ocasiones el programa terminó y no conseguí dormirme.

En aquella ocasión no recuerdo alguna historia que impactara mis sentidos, es más, creo que ninguna de ellas llamó realmente mi atención o que me sugestionase lo suficiente para encontrar una explicación lógica a los acontecimientos que ocurrieron después y que aún no alcanzo a comprender desde donde me encuentro.

Al terminar el programa procedí a apagar el radio, acudí al sanitario para asearme, ya que en una ciudad tan calurosa como en la que vivía era necesario ducharse para dormir tranquilo y así lo hice, al terminar cepille mis dientes y seque mi cabello, doble mi ropa y tendí en el patio trasero la toalla, finalmente me puse mi ropa de dormir que consiste únicamente en un short color azul, el de batalla.

Una vez limpio apague la luz del baño y procedí a servirme un poco de agua para tomarla durante la noche, para apaciguar la sed de madrugada, una vez con mi vaso en la mano apague las luces y subí a mi habitación a probar si mi suerte mejoraba y el sueño llegaba al estar viendo la televisión, cuya programación, por cierto, después de la media noche solamente consiste en ventas por teléfono que para un comprador tan poco entusiasta como yo no tardan en generar aburrimiento proseguido de un sueño profundo y reparador.

Y así sucedió, pronto empecé a sentirme relajado mis ojos comenzaron a cerrarse y al final me quede dormido…

Lo primero que recuerdo es despertar por las ganas de ir al baño, creo que bebí demasiada agua, así que de mala gana me levante y baje las escaleras pera dirigirme al baño. Como ya lo había mencionado, la sala de la casa era pequeña como todo lo demás, tenía tres sillones de madera, dos ellos para una persona y el otro, más grande, para dos, contaba también con tres pequeñas mesas de madera con algunos adornos, principalmente compuestos por aquellos que amigos me regalaban como recuerdo de sus viajes, la única vista al exterior era una ventana cercana a la escalera, por la cual entraba la luz del faro de la acera de enfrente, lo suficientemente intensa para permitirme caminar sin necesidad de encender la luz interior. Entre la ventana y la escalera, tenía una pequeña mecedora de madera y sobre ella una muñeca de plástico de vestido azul con vivos blancos que reposa suavemente, inmutable siempre a mi presencia, aunque en realidad yo tampoco me fijaba mucho en ella, pero en esta ocasión realmente llamó mi atención ya que la pequeña mecedora se mecía suavemente como empujada por el viento produciendo un leve rechinido casi imperceptible, pero además me percate que la muñeca se encontraba en una posición diferente casi acostada, sin embargo el movimiento pudo hacerla caer levemente así que no le tome importancia, la acomode de nuevo y seguí mi camino al baño.

Entré, encendí la luz y realice mis necesidades una vez satisfecho el acto, jale la palanca, abrí la puerta y apague la luz, al darme vuelta escuche el rechinido aun más fuerte y mire la mecedora y la muñeca seguía ahí, en ese momento me sentí nervioso pero al ver que todo estaba normal decidí regresar a lo que por fin había conseguido… dormir, pase junto a la mecedora en mi camino a la escalera y comencé a subir cuando el rechinido se escuchó de nuevo, no corría viento afuera así que me empecé a poner más nervioso, aún no se porque sin embargo comencé a tener una sensación extraña, algunos lo llaman presentimiento, sólo sé que algo en mi no me permitió seguir subiendo, así que comencé a descender poco a poco hasta llegar de nuevo cerca de la mecedora y fue cuando la vi, allí debajo de la escalera una pequeña mano apareció y meció la silla, la primera impresión que tuve fue de asombro y no lo niego, algo de miedo, me eché hacia atrás y la mano se metió de nuevo, me talle los ojos y mire de nuevo pero no vi nada, asi que me acerque un poco para observar debajo y ahí acurrucada bajo la escalera, iluminada medianamente por un pequeño alo de luz que ingresaba a través de la venta, una pequeña niña se agarraba las rodillas temblando, tenia el cabello castaño y enmarañado, su vestido blanco estaba roído y el encaje que lo rodeaba colgaba de los lados, se veía sucia... desamparada, no tenia zapatos pues se alcanzaban a ver las puntas de sus pequeños dedos.

El miedo que sentí al principio se convirtió en compasión así que me acerque aún más y le hable, le pregunte qué estaba haciendo ahí, que como había logrado entrar en la casa, pero no respondía seguía en la misma posición como si no oyera lo que le decía, me acerque otro poco e intente tocarla sin embargo se metió más en el hueco de la escalera, así que pensé dejarla un rato en paz hasta que lograra su confianza, me senté en el sillón frente a ella y vi como volvió a mover la mecedora así que le pregunte si le gustaba la muñeca y por primera vez asintió con la cabeza, así que le dije que si salía de ahí se la regalaría para que se la llevará a su casa y de pronto volteo y vi su rostro por primera vez, era de tez blanca demasiado diría yo, sus pequeños ojos se veían obscuros por la poca luz pero demostraban una profunda tristeza su pelo enmarañado cubría gran parte de su rostro, pero no tanto como para no distinguir su expresión melancólica, de repente se empezó a mover hacia la muñeca y la tomo en sus manos poniéndose de pie frente a mí.

No se como explicarlo pero comenzó a hablarme, escuchaba su pequeña voz diciéndome: no tengo a nadie, estoy sola, no tengo con quien jugar. Esas pequeñas frases las repetía una y otra vez hasta que me percate de que realmente no movía los labios de alguna manera hablaba sin hacer ningún sonido pero de alguna manera le entendía al principio pensé que no alcanzaba a verla bien por la escasa luz de la sala, así que decidí encenderla para verla mejor, sin embargo al levantarme la pequeña voz dijo: No por favor no hagas que me valla, no tengo con quien jugar, le respondí que era mejor jugar con luz así podríamos ver bien lo que hacíamos y podría también darle algo de comer, le pregunte si tenia hambre y solo me respondió: juega conmigo no tengo con quien jugar.

Intente acercarme a ella pero de nuevo volvió a decir: no hagas que me valla, no tengo con quien jugar, esta bien le respondí, pero no puedo jugar contigo si no me acerco, sólo mira, me dijo. Asentí.

La pequeña niña se arrodillo y comenzó a subir y bajar la muñeca y la mecía de un lado a otro, el rostro de la niña se transformó, la profunda tristeza por primera vez se convirtió en alegría y la luz del farol cerca de la ventana le pegaba en el rostro haciéndolo más visible, y así estuvo durante un rato no se cuanto tiempo, sin embargo de repente se detuvo y me dirigió una mirada que reflejaba la felicidad en su rostro y me dijo: ahora ya tengo con quien jugar y esta vez será para siempre, le respondí: claro que sí, la muñeca es tuya llévatela si quieres, además mañana puedo llevarte a tu casa o a donde vivas y la muñeca se va contigo, pero ella no respondió solo me miraba con cara de alegría, pero entre más reía el rostro se comenzó a trasformar en una cara de malicia, sus cejas comenzaron a arquearse, su sonrisa comenzó a hacerse mas afilada y sus ojos, aquellos ojos que despertaron compasión en mi, comenzaron a tener un brillo extraño ahora no eran tiernos sino malvados, y entonces la luz del farol alumbro más su rostro y por primera vez sentí miedo, terror, estaba completamente deformado y entre una mueca de su boca alcance a oír: ahora tengo un nuevo amigo y me lo llevaré conmigo para jugar por siempre….

No recuerdo más sólo la voz diciéndome que jugará y la oscuridad inmensa que me envolvió después. Cuando encontraron mi cuerpo yacía al lado de la mecedora, la muñeca estaba sobre ella como siempre lo había estado, no se cuanto tiempo habrá pasado solo se que desde ese entonces somos muchos los que tenemos que jugar con ella de este lado, aunque muchas veces nos deja solos pero siempre regresa con alguien más, ahora se que esto no terminará jamás….

Cuando la luz de la computadora me despertó el cursor titilaba al final de los tres puntos suspensivos, mi confusión creció no recuerdo haber escrito nada, de hecho mi cerebro se bloqueo y decidí dormir para aclarar mis ideas, pero cuando terminé de leer algo se me hizo muy familiar y de repente escuche un rechinido de la pequeña mecedora que se encontraba al lado del final de la escalera de la casa en la que ahora vivo y que rente amueblada hace apenas dos semanas.

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